24 ene 2011

Todo Color de Amarillo

Soy fanático de Los Simpson. A diferencia de gente de menor edad, yo los vi nacer como una serie medio pelo y crecer hasta llegar a su auge absoluto durante los ‘90s.
Soy de esos pocos que no se pudren de ver 20 veces el mismo capítulo. Puedo recitar varios diálogos y hasta capítulos enteros, y me considero uno de los pocos capaces de calvarse sábado tras sábado las maratones de 6 o 7 horas que Telefé usa de relleno. 
Cualquiera pesaría (y yo me incluyo) que encontrar a alguien tanto o más fanático que yo sería el equivalente a encontrar mi media naranja. Pero, cuando esto se dió con Fernanda, las cosas no resultaron tan color de rosa.

Me acuerdo que la conocí una noche de  invierno. Nos juntábamos en la casa de Javier para festejar que el último de nosotros estaba abandonando los 19 años. Después de los saludos de rigor me encontré sentado en una mesa, con una cerveza en la mano y  rodeado de gente que apenas conocía. La música estaba fuerte y la luz baja, la noche en ese punto no prometía casi nada.
A la media hora estaba aburrido y puteando mentalmente a mis amigos, que habían jurado que iban a ir pero que no aparecían. Para colmo tenía que bancarme a un pibe que de forma sobreactuada y poco graciosa contaba como él y su primo a los 12 años le habían pegado a un pobre tipo disfrazado de Ronald McDonald. Al lado suyo dos chicas huecas le festejaban cada movimiento, en esa forma exagerada que te revela enseguida que  le tienen ganas.

Estaba a punto de pararme e irme al carajo cuando de golpe escuché algo familiar que hizo que me congelara en mi asiento

Fernanda
(Impostando un tono de voz grueso)
“Es que le dí una patada por atrás a uno de esos ‘Dallys’”

Todos se callaron un segundo sin saber que responder. Yo me dí vuelta y vi al otro lado de la mesa una chica de pelo negro y flequillo, que le caía tapándole un poco los ojos. Estaba sonriendo, como si esperara una respuesta.
El pedante y su coro de chupa medias parecían desorientados, no se si eran boludos o si realmente no sabían de que estaba hablando la chica. Aunque no los puedo culpar, porque incluso yo tarde en reaccionar, hasta que finalmente completé

Marian
“Si, es simplemente irresistible”

La chica se rió de forma casi infantil, como cuando Rafa Gorgory festejando una y otra vez al ver subir y bajar la palanquita roja del buzón.
El golpeador de muñecos reanudó su anécdota, pero ya no lo escuchaba.

Al la cuarta mirada que cruzamos me acerqué a la chica y empezamos a hablar. Por supuesto que usamos los Simpson para romper el hielo. Al cabo de una hora y media de desmenusar capítulos y recordar chistes y diálogos, pasamos a otros temas.

Eventualmente terminamos hablando de los ex. Una ley no escrita dice que cuando hablas de ex con una mujer que acabás de conocer es una señal inequivoca de que la cosa va por buen camino. Es como una referencia en un mapa, o un cartel de adevertencia. Como si te dijera “Mirá, esto es lo que soy yo en pareja, con éste tipo de gente ando ¿Te parece que encajas en el perfil?”
Claro que en ese momento el hombre ya sabe que tiene grandes posibilidades de ganar, por lo que ignora cualquier advertencia. Que tu ex novio haya sido un asesino a sueldo muy celoso le importa poco a un hombre que ya olió la chance de ponerla. Para nosotros la cuestión es llegar a la menta, las consecuencias se atenderán después.

De más esta decir que esa noche Fernanda y yo la terminamos juntos. No soy de dar detalles, por lo que sólo voy a decir que no me hizo falta el tónico “Simpson e Hijo” para que los dos la pasemos bien. Esa noche fue perfecta

El problema surgió a la semana siguiente, cuando nos vimos para tomar algo. Llegó la moza e inmediatamente las cosas se pusieron raras

Moza
Hola chicos ¿Qué se van a servir?

Fernanda
“Yo quiero una ciruela flotando en perfume, servida en un sombrero de hombre”

Moza
¿Perdón?

Fernanda
“No me preguntes, sólo soy una chica”

Moza
(Extrañada)


Sabiendo que había 20 respuestas más sacadas de Los Simpson, decidí intervenir 


Marian
Ehhh… traenos dos porrones de cerveza por favor

Después del bar fuimos a una fiesta de unos amigos. Nos pusimos a hablar con Juan José y su novia, que era estudiante de diseño de indumentaria. En el medio de una explicación sobre el corte de pantalones Fernanda no pudo resistirse y dijo

Fernanda
“Entonces me até una cebolla en el pantalón, que era lo que esta de modo en esos días”

Otra vez esperó sonriente la respuesta, mientras un silencio incomodo dejaba descolocado a mi amigo y su novia. Al final, para cortar esa situación de mierda le dí el gusto.

Marian
“Solo había cebollas blancas, por la guerra...”

Contenta, Fernanda festejó con esa actitud cuasi infantil de la vez anterior. Esta vez ya no me parecía tierna, sino que me empezaba a dar por las pelotas.

Así fue el mes y medio que salimos. Fernanda citaba a Los Simpsons sin ningún tipo de filtro, en voz muy alta y sin importarle si la situación daba o no. Yo lo soporté
Me banqué cuando, en un asado en casa, señaló a mi primito de 8 años con problemas hormonales al grito de

Fernanda
“Ese niño tiene senos. ¡Rápido una toalla mojada!”
 

Le dejé pasar cuando, caminando por su barrio, una señora de 75 años le pidió ayuda para cruzar la calle y le respondió

Fernanda
“Rencoroso sólo se preocupa por una persona ¡Rencoroso!”

Para después darse vuelta y esperar mi respuesta

Marian
(Con una vergüenza ya resignada)
“Disculpe usted”

Fernanada
“¡Cállese!”

Hasta me aguanté cuando, en medio de un acto de Jardín de infantes de su propio ahijado, se paró y señalando al escenario remarcó

Fernanda
“¡Mucha ropa!”

Y ¿Por qué soporte todo esto? Porque en sus momentos de lucidez era una chica simpática, divertida e inteligente, que me estaba empezando a gustar de verdad.

Entonces, llegó el día que estuvo a punto de arruinarme Los Simpson para siempre.
Nos citamos en un bar del centro, cerca de su facultad. Ella llegó un poco tarde, con cara de nerviosismo. Mentiría si no dijera que me la veía venir.
Después de hablar un rato de cosas poco importantes, encaró el tema de lleno.

Fernanda
(seria)
Marian, tenemos que hablar.

Marian
(asustado)
¿Qué pasa?

Fernanda
“Josele me gusta tu estilo, fue muy difícil cortate”

Y dejándome sumergido en ese silencio incómodo y de desconcierto que siempre provocaba, se paró, me dio un beso en la mejilla y se fue sin decir otra palabra.

Todo ese fin de semana quedé hecho bolsa. Tenía miedo de prender la televisión, porque ver los Simpson me iba a ser pensar en ella automáticamente. Pasé una semana entera sin verlos, lo que para mí fue un record histórico. 

Un día que llegué temprano a casa encontré a mi hermana merendando y viéndolos en canal 11. Resignado, me senté y me preparé para sufrir. Pero después de ver dos capítulos seguidos me di cuenta de algo.
No importaba cuantas veces Homero se golpeara, o se peleara con Marge, o hiciera mierda medio Springfield… al capítulo siguiente todo volvía a la normalidad.

Maricón como estaba, logré ver en eso una analogía de mi situación. Entendí que no importaba cuantas chicas más me dejaran (si bien ya iban varias), cuantas veces minas como Fernanda me cortaran cuanto más enganchado estuviera, o cuantas veces me partieran en ocho el corazón… a la larga iba a sanar. 
Y cuando el siguiente capítulo de mi vida empezará, todo ya habría vuelto a la normalidad. 

PD: Confieso que en algún momento se me cruzó por la cabeza dejar a Fernanda, pero entonces me acordaba que era una mujer rara de encontrar, de esas que entran en la categoría “Mujeres dispuestas a tener sexo conmigo”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario